Cómo se hacen los imanes de neodimio
Los imanes destacan todos por sus propiedades magnéticas. Sin embargo, ni todos los imanes tienen las mismas características, ni son todos iguales ni sirven para lo mismo. Así, hay imanes cuya magnetización es temporal y puede deberse a la acción de la electricidad por ellos, como puede ser el caso de un electroimán. En este tipo de imanes se puede activar y desactivar el campo magnético a voluntad pasando de ser un imán a no serlo con solo accionar un clic. Esto es increíblemente útil en el caso de que deseemos usar el imán para levantar y dejar caer objetos pero, en el caso de que busquemos algo permanente no será la mejor opción.
Imanes de neodimio: una de las mejores alternativas
Así, dentro de todas las opciones de las que disponemos a la hora de buscar un imán cuya magnetización sea permanente, el imán de neodimio es una de las mejores alternativas de las que disponemos, pues en él la magnetización es permanente. Los imanes de neodimio están fabricados en una aleación de neodimio, hierro y boro generando así un material compuesto con propiedades magnéticas que es mucho más poderoso que cualquier material magnético simple.
La llegada del imán de neodimio ha reemplazado por completo a otro tipo de imanes permanentes en aquellos sectores en los que su demanda es elevada; como ocurre de cara a la fabricación de motores en herramientas inalámbricas, de discos duros o, también, de sellos magnéticos.
¿Cómo se fabrica un imán de neodimio?
En primer lugar, hay que destacar que la fabricación del imán de neodimio requiere mucho esfuerzo. El proceso empieza con la extracción y selección de los tres elementos que lo componen: el hierro, el boro y el neodimio. Una vez extraídos, se los magnetiza ligeramente y, posteriormente, se los compacta hasta conseguir la forma básica desde la que se va a trabajar, que suele ser cilíndrica o cúbica.
Después, la mezcla se calienta al vacío (un proceso que se conoce con el nombre de “sintetización”) y se deja enfriar de forma lenta, consiguiendo así que el material compuesto disponga de una estructura cristalina que hará que su magnetización posterior sea mucho más fácil que si no la tuviera.
Después, los cilindros de neodimio son cerrados o deformados hasta conseguir la forma exacta que necesitamos para el compuesto o parte magnética que estamos buscando; como pueden ser un disco, una esfera o una barra. Estos imanes en bruto son posteriormente revestidos con un revestimiento galvánico con una capa de níquel para protegerlos del óxido, ya que sin este revestimiento se deterioran rápidamente y se descompondrá.
A continuación, el siguiente paso consistiría en la magnetización del imán al ser colocado en una bobina magnética por la que circula una gran corriente. En el campo magnético de esta bobina los imanes quedan magnetizados de forma permanente ya que se consigue que los cristales del propio imán de neodimio queden alineados en la forma y dirección del campo magnético de la bobina.
Finalmente, los imanes ya magnetizados son enviados a la línea de montaje donde se les somete a las operaciones regulares y normales de control de calidad. Una vez que se verifica que la calidad de todos los imanes de neodimio es óptica y se retira del proceso a cualquiera que estuviese defectuoso; los operarios proceden a embalar y empaquetar cada uno de los imanes en bolsas de plástico y, posteriormente en cajas de cartón con el objetivo de ser enviados a los clientes. Estos imanes, como apuntamos anteriormente, son imantados de forma totalmente permanente y ya nunca más se volverán a desimantar con lo que podrán ser un elemento confiable de cualquier mecanismo o dispositivo.